Oración poderosa para la sanación de un enfermo
Entiendo lo que sientes, ver a esa persona especial en cama y no poder hacer más al respecto es un sentimiento que oprime el corazón.
Pero no estás solo, hay algo poderoso y reconfortante que puedes hacer: rezar.
En momentos difíciles, la fe puede ser tu gran aliada. ¡Juntos vamos a encontrar esa oración especial que pueda brindar esperanza!
Dios de bondad, en este momento de angustia,
levanto mi voz hacia ti, buscando tu aliento en la enfermedad de quien ahora lucha.
Tu amor es un refugio, una luz en toda oscuridad.
Abre las puertas de la sanación, envuelve con tu calor sanador a quien sufre.
Confiando en tu misericordia, te pido que extiendas tu mano curativa,
como brisa que calma, como río que purifica.
Alivia el dolor, fortalece el espíritu, y devuelve la esperanza.
Entrego esta súplica con la certeza de tu escucha atenta,
porque tú eres fuente de vida, el mayor médico.
Derrama tu gracia sanadora, y que se manifieste tu voluntad de paz y bienestar.
Amén.
Dios de bondad infinita y amor inagotable,
en tus manos deposito la salud de quien ahora reposa entre paredes blancas, bajo el manto de la ciencia y la esperanza.
Vela por su bienestar, como el guardián incansable que calma la tormenta y trae la calma tras la noche oscura.
Te pido tu ayuda para aliviar su dolor y acelerar su recuperación,
como el río entusiasta que encuentra siempre su curso entre las rocas.
En ti confío para encender la luz de la fortaleza en el corazón del enfermo, alumbrando el sendero que lleva hacia la plenitud y alivio total.
Abraza con tu protección cada célula, cada respiración, como el sol que nace cada día, sin fallar, para dar vida y calor.
Amén.
Oh fuente de compasión infinita,
en este lecho donde la vida se desvanece como la última luz del atardecer, te pido ser la brisa suave que acaricie con ternura al corazón afligido.
Rodea con tu amor este cuerpo cansado y estas manos temblorosas, que anhelan la calma en la marea de sus días.
Que tu presencia sea el faro que guíe en la noche oscura del alma, y la esperanza un puente hacia la paz eterna.
Escucha este ruego humilde y sincero, que brota desde el fondo de nuestro ser, implorando que tus brazos sean el refugio en este viaje final.
Acompaña, alivia y consuela, porque solo en ti depositamos nuestra fe y la certeza de un amor que nunca se extingue.
Amén.
Oh fuerza serena, soplido de vida, hoy te suplico que calmes la tormenta interna en aquel que está en su lecho, luchando en la frontera de su existencia.
Extendiendo tu manto de paz sobre su ser, alivia el peso de su alma, suaviza su dolor como el bálsamo más puro y regálale consuelo emanado de tu amor infinito.
Haz que en este atardecer de su viaje, incluso bajo sombras de incertidumbre, perciba la luz de tu divina presencia, siendo guía y refugio en este último trecho.
Susurra al oído de su espíritu la melodía de la tranquilidad, acunando cada miedo, y llenando de esperanza su corazón en cada latido.
Que sienta que no está solo, pues tu energía protectora lo acompaña, tejiendo en hilos de amor el puente hacia una transición serena.
Amén.
Salmos de la biblia para dedicar a un ser querido enfermo
Salmo 23:1-4: «El Señor es mi pastor; nada me falta. En verdes pastos me hace descansar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque atraviese por valles muy oscuros, no temo ningún mal, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan.»
Salmo 91:1-3: «El que habita al abrigo del Altísimo y descansa a la sombra del Omnipotente, dice al Señor: ‘Mi refugio y mi bastión, mi Dios, en quien confío.’ Él te librará del lazo del cazador y de la peste funesta.»
Salmo 103:1-3: «Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser, su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades.»
Salmo 40:1-3: «Yo esperé con esperanza al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito. Me sacó del pozo fatal, del barro fangoso; puso mis pies sobre roca y aseguró mis pasos.»
Salmo 107:19-21: «Pero en su angustia clamaron al Señor y él los salvó de la aflicción. Envió su palabra y los curó, los arrancó de la tumba. Que den gracias al Señor por su misericordia, por sus maravillas en favor de los hombres.»
Salmo 147:3: «Sana a los que tienen roto el corazón y les venda las heridas.«
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